El equilibrio
entre los opuestos, entre el yin y el yang, que predica la filosofía del
Taichí, no se reduce sólo al cuerpo físico de quién practica, ni tampoco se
reduce al ámbito de la conciencia, sino que intenta ir un poco más allá.
Intenta abarcar un nivel interpersonal que englobe, cada vez, a más individuos.
¿Cómo se puede lograr esto?
La Armonía
con los demás es un signo de estar en Armonía con uno mismo, y la manera de
lograrlo no consiste en pretender caer bien a aquellos con quienes nos
relacionamos (pues sería agotador e infructuoso) sino en crear una actitud en
la cual el Equilibrio esté dentro de cada uno, y desde ahí se vaya expandiendo. Al practicar
Taichí son muchas las formas en que logramos esto:
Practicar en
grupo y todos a la vez: Las culturas occidentales tendemos a ser más
individualistas que las orientales, por lo que nos suele costar bastante
sincronizarnos con el resto del grupo al realizar alguna coreografía. Sin
embargo, esta actitud de sincronización no sólo fomenta la atención y la
concentración del practicante, sino que crea una unidad en el grupo que
facilita las relaciones dentro del mismo.
Ceder en el
“empuje de manos”: Los trabajos en parejas, como el “empuje de manos”
(tui-shou), buscan la Armonía entre dos practicantes, y su principal desafío
consiste en ser capaz de ceder ante el empuje del otro. Casi todos los
conflictos y discusiones entre las personas surgen de la incapacidad de ceder,
o del empeño de mantener un postura frente a los demás. Por eso, esta práctica
en parejas, aunque incómoda para muchos alumnos, es una buena base para lograr
el equilibrio con los demás.
Respetar al
grupo es respetarse a sí mismo: Algo tan simple como estar a la hora acordada
en el aula, saludar cuando todos saludan o mantener una postura estática y
silenciosa cuando todo el grupo la mantiene, son pequeños detalles que nos
permiten “respetar al grupo”, en vez de “enfrentarnos a él”. Gestos tan sutiles
como tocarse el cabello, alisarse la ropa o rascarse, no molestan a nadie, pero
nos hacen salirnos de la calma establecida por el grupo. A quién realmente
molestan estos gestos de “desconexión” es al propio ánimo de un mismo, que se
evade, consciente o inconscientemente, de la Armonía que se intenta crear en el
aula de práctica.
Los detalles
que nos permiten acceder a la Armonía con los demás y con nosotros mismos, son gestos pequeños,... pero relevantes.
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