el corazón del otoño



Se acerca una fecha significativa en el calendario, que marca el centro de la estación otoñal: el 1 de noviembre. Últimamente se ha popularizado como "halloween" por la influencia estadounidense, aunque en las tradiciones de muchas culturas se marcado como significativa por varias razones. En China aún se celebra la que denominan la festividad del Medio Otoño, en la que se dan "gracias" por las cosechas recogidas, sobre todo del maiz.

Casi todas las tradiciones antiguas coinciden, en esta época del año, en agradecer los alimentos recolectados al final del verano, de cara a poder afrontar la dureza del invierno. De esta forma, se marca una fecha en la que uno tiene que haber hecho acopio de alimentos, leña y enseres, para poder sobrevivir en el incierto clima de los siguientes meses. Es posible que la antigua tradición celta de Hallowenn esté asociada con el adorno de calabazas, porque estas eran una fuente de vitaminas y carbohidratos fundamental en las zonas rurales, y además se conservaban durante bastante tiempo en condiciones óptimas. Usar algunas de ellas para decorar la entrada de la casa, indicaba que la despensa estaba bien provista, y que se podía uno permitir usarlas para tal efecto. 

En otras tradiciones, se asocia a la muerte y al culto a los antepasados, por ser el inicio de una época oscura, en la que los días se reducen considerablemente, y las posibilidades de cultivar alimentos también. Que se tema por la amenaza del hambre y el frío, han hecho de esta festividad un significativo culto a lo terrorífico, al más allá, y al miedo a sucumbir en invierno.

Desde un punto de vista orgánico, cuando el cuerpo humano llega a esta fecha también ha de haber hecho acopio de nutrientes y calorias para afrontar los cambios bruscos del clima que sobrevienen durante el otoño. Por eso, la naturaleza nos brinda en esta época los frutos secos (nueces, castañas, avellanas, etc.) que son especielmente útiles para ello.

Tras la relajación que induce el cálido mes de agosto, los meses de septiembre y octubre, además, son ideales para iniciar dinámicas corporales que vuelvan a inducir el flujo vascular en el organismo. Recuperar una actividad física que potencie el calor interior, nos proteje de estos cambios de clima, que se hacen más dañinos si nos encontramos en una situación de "destemple".

Mi experiencia profesional me ha permitido observar como, quien mantiene una actitud pasiva durante el comienzo del otoño, se halla más expuesto a catarros y resfriados que quienes usan el otoño para desarrollar actividades intensas, como pasear por el monte.

El otoño es la advertencia de que se avecina el invierno, y de que el cuerpo aún tiene la posibilidad de hacer acopio de energías para afrontarlo de manera adecuada y con vitalidad. Una estación para interiorizar, y sentir que ejercicios pueden ser los más adecuados para fomentar la propia salud.

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